La república independiente de la atemporalidad
En los balcones dilatados de su mirada,
se instala la república independiente de la atemporalidad,
una engolosinante temperatura de levitación en armonía extendida y aromática vibración de lluvia fresca, invade los cuerpos de los danzantes.
De sus poros brotan selvas nuevas, de abundante vida sonora,
con viajera sensación paradisíaca se fusionan todas las vertientes,
nacen nuevos mares, las fronteras desaparecen con el roce sutíl de sus espirales…